viernes, 31 de octubre de 2008

LA CASA CERRADA


A los chicos les intrigaba la casa vieja de la esquina.-

Estaba siempre cerrada, rodeada de una verja enmohecida y circundada por un jardín, donde los yuyos se mezclaban con algunos rosales casi secos, y dalias que crecían descuidadamente como si quisieran erguirse entre medio de las malezas que los ahogaban.-

Debió haber sido una casa muy suntuosa, porque aún podían verse senderos que terminaban en una glorieta con glicinas, o en una fuente con alguna estatua central descascarada, sucia y a veces mutilada.- Pero no se observaba movimiento humano y la casa parecía abandonada.-

Federico, uno de los chicos del grupo, estaba particularmente interesado en todo lo que concernía con aquella casa.-

"-Está embrujada- susurraba aferrado a las rejas- de noche se ve una luz adentro".- "A veces oigo cantar"- insistía.-

Los demás chicos, miraban un poco y luego se alejaban interesados en alguna otra cosa, pero Federico, no....-

El quería desentrañar el misterio de la casa abandonada y les propuso a los chicos entrar una noche a investigar.- Los amigos al principio se negaron, pero al final la sed de aventuras pudo más que el buen sentido y aceptaron.-

Esa noche, los chicos estuvieron en sus casas sospechosamente somnolientos y se fueron a dormir temprano.-

Con los ojos abiertos, completamente vestidos y tapados hasta la nariz, esperaron hasta que todas sus familias durmieran.- Luego, tomando cada uno la herramienta preparada de antemano, salieron de puntillas para ir al encuentro de sus compañeros, de la aventura y del miedo.-

Riendo nerviosamente, se fueron reuniendo y cuando esstuvieron todos, hasta los más indecisos, se dirigieron a la casa abandonada.-

Federico encabezaba la columna.- Subieron al árbol más cercano y con un pequeño estirón, se aferraron a la parte alta de la reja.- Una vez allí, nerviosos y exaltados, saltaron y fueron cayendo blandamente sobre las hierbas del parque.-

Federico ordenó ponerse en hilera y encender las linternas.- Todos los siguieron avanzando lentamente.- La luna alumbraba los rincones en sombra.- Llegaron hasta las persianas de los ventanales de la entrada y se agruparon.-

-¿Ahora qué ?-susurró Carlos.-Federico lo hizo callar y subió por el sostén de una enredadera para atisbar por una banderola que tenía un vidrio roto.- Pidió una linterna y cuando la tuvo, recorrió con el haz de luz el interior de una sala absolutamente desolada.- Quiso entrar, para ver todo de cerca, pero era imposible meterse por ese agujero sin lastimarse con el vidrio roto, de manera que volvió a bajar.-

Los amigos se estaban cansando de este juego.- Tenían sueño, y sobre todas las cosas tenían miedo de que alguien los sorprendiera, de manera que empezaron a volverse, caminando para atrás, como para que los demás no notaran que, en realidad, estaban retrocediendo.-

Federico los animaba prometiendo:-"Miremos un poco más y nos volvemos.-".- Rezongando empezaron a caminar, cuando de repente, una enorme sombra se interpuso entre ellos y la pared.-

-"¿Qué están haciendo acá?"- rugió un vozarrón desde las sombras.-

Primero les temblaron las rodillas, y después, chillando y llorando corrieron todos hasta la verja por donde habían subido.- Se empujaban unos a otros tratado de trepar primero, y en su desesperación, se caían y se lastimaban sin lograr su objetivo.- La sombra, cada vez más larga y más enorme se acercaba vociferando.-

Se aplastaron contra la pared sin saber qué hacer, temblando como una hoja al viento, pero, lleno de repentino valor, Federico se enfrentó con el gigante diciendo:

-" Sólo vimos luces y quisimos saber que pasaba, pero si Ud. vive aquí, no lo molestamos más y nos vamos, señor"-

Un rugido ronco por toda respuesta y una mano velluda que abrió la verja y todos los chicos corrieron pisándose los talones hasta llegar a sus casas.-

Al día siguiente, los chicos se reunieron nerviosos y sonrientes, dispuestos a contar a los compañeros que no habian participado de la escapada, la aventura de la noche anterior; en la que se habian portado como valientes, enfrentando al gigante escondido en la casa abandonada.- Todo habia resultado de maravilla porque la travesura los convertía en héroes delante de sus amigos sin que sus padres hubieran sospechado su desobediencia.-Y así, felices, pasaron el dia festejando, dispuestos a vanagloriarse unos a otros para envidia de los indecisos que no pudieron o temieron incorporarse al grupo Pero Federico no....-

El pasó el día ensimismado, pensativo y hasta se diría que taciturno.- Los otros chicos no entendían; hasta que por fin Federico les pidió que lo acompañaran otra vez a la casa abandonada, esa misma noche.-

Serios, distantes, cada uno aportó una excusa, tratando de ser muy convincentes, para que no se notara el terror que les daba pensar en volver a pasar un momento como el de la noche anterior.- Por fin Federico se quedó solo.-

Esa noche, cuando todos dormían, Federico tomando los mismos recaudos de la noche anterior, pero temblando de frío y de miedo volvió a escaparse de su casa.-

Llegó hasta la casa abandonada y se paró contra la pared esperando que pasara un automóvil para que no lo vieran.- Luego lentamente se trepó al árbol que le habia servido de escalera la noche anterior , y miró para adentro de la casa.-

Nada. ..Ningún movimiento.- Ni una sombra ni un ruido.- Se trepó a la reja y esperó.-

Nada. Todo seguía quieto...

Esperó un momento y saltó.- Al pisar el suelo se quedó estático, con los pies en el lugar en que pisaron, y las piernas y los brazos en la posición del movimiento de la caída.- Una estatua de hielo con dos orejas que parecian agrandarse en el esfuerzo por oir cualquier ruido que le indicara la presencia del gigante.- Pero..., nada.-

Tomó coraje, encendió la linterna y avanzó.-

Ya estaba rodeando la casa, cuando de repente, una mano lo aferró de la muñeca y una voz, que no era amigable, lo increpó:

-"¿Qué estás haciendo acá, otra vez ?"- Quiso escapar, pero lo mano lo sujetaba y no se lo permitió.-
-"¡Déjeme ir!, ¡Por favor, déjeme ir!.- Le prometo que no voy a volver nunca más, pero por favor, déjeme ir.-“
_”¡No!- Ayer me dijiste lo mismo y hoy otra vez estás aquí espiando y quiero saber qué es lo que quieres y qué es lo que te propones.-
- "No quiero nada y no me propongo nada"-
-"¿ A qué viniste entonces?-"
Federico quiso soltarse otra vez , pero no pudo, entonces bajando la cabeza y todavia muy asustado dijo:
-"Solamente quería saber, si vivia alguien, porque a veces veía luz y nunca se ve a ninguna persona entrar o salir"-
-"¿Y a vos que te importa, si vive alguien?"-
Sin levantar la cabeza, Federico contestó muy despacito:
-" Pensé que serian fantasmas o contrabandistas o algo así y los quería descubrir.-"
_ "Y una vez que lo supieras, ¿qué pensabas hacer? ¿denunciarlos?.-"
-"¡¡No!!, ¡¡No!!, gritó Federico, pensando que había dicho demasiado.
-"¡Si! ¡Ibas a hacerlo!, entonces no puedo dejarte escapar".- dijo el gigante, y cuando se agachó para tomar a Federico por los dos brazos, éste se escurrió y salió corriendo y llorando tratando de llegar al árbol por el que había entrado.- En su corrida, tiró la linterna y entonces corría y tropezaba sintiendo unos pasos pesados por detrás suyo, hasta que llegó a la reja y estaba pasando el pie para el otro lado cuando una mano lo sujetó otra vez por el tobillo.- Pateó, lloró y gritó juntamente hasta que pudo zafarse y saltó a la vereda.- En la caída se lastimó las rodillas y las palmas de las manos, pero se levantó igual y corrió y corrió sin parar hasta llegar adentro de su casa y cerrar la puerta.-
-"¡¿De donde venís a estas horas?!"-..."¡¡¡Federico!!!-"

Se arrojó aliviado en los brazos amantes de sus padres que en un dúo de preguntas y reconvenciones, indagaban sin cesar.- Cuando por fin, pudo hablar y les contó todo, sus padres lo reprendieron severamente, haciéndole entender los peligros a los que se vió expuesto por su desobediencia; y Federico, tambien les pidió disculpas por haberlos asustado.-

Una vez que estuvo en su cama, arropado tiernamente por su madre, confortable y cuidado, Federico empezó a pensar nuevamente en el extraño de la casa abandonada y se prometió a si mismo que la historia no terminaba ahí.-

miércoles, 22 de octubre de 2008

El Conejo ladronzuelo


EL CONEJO LADRONZUELO

Había una vez un conejo travieso al que le gustaban mucho las zanahorias.-
Cuando las veía, no podía resistir la tentación de comerlas, y fueran suyas o ajenas, se las comía.-
Cerca de su casa había una huerta con distintas verduras y frutas y con tiernísimas zanahorias!!!! No podía dejar de probarlas!!!!
Las veía crecer y cuando sus hojitas verdes asomaban…tin, tin, tin, tin, en puntita de patas entraba a la huerta y se hacia una panzada de zanahorias!...
Pero el hortelano (Que quiere decir: el señor que planta las hortalizas, que quiere decir las verduras para comer) estaba enojadísimo con el conejo, porque nunca podía comerlas él mismo, que era el que sembraba y regaba y cuidaba las plantas.-
Cansado de soportar tanta injusticia, resolvió comprar un perro grande, negro, con dientes grandes, con cara de malo y le ordenó que cuidara sus plantitas y no permitiera que ningún extraño: humano o conejo entrara a robarlas.-
El pobre hombre, otra vez, trabajó la tierra, sembró sus semillas
las regó, y esperó pacientemente a que volvieran a crecer.-
Mientras tanto, del otro lado de la valla, el conejo también esperaba.
Un día, el tamaño de las hojitas le anunció al conejo, que las zanahorias ya tenían la medida justa para estar dulces y tiernas como a él le gustaban.
Espió por atrás de un árbol para asegurarse de que el hortelano no estaba visible, y se aventuró a acercarse despacito para saborear esa delicia.- Pero, no vio al perro que también estaba agazapado; y de repente, se encontró con una mole grande y negra que corría a su encuentro ladrando furiosamente: Guau, Guau, ggrr!.-
Asustadísimo salió corriendo y pasó el alambrado que lo separaba de la calle, justo cuando su colita estaba a punto de ser atrapada por los dientes del mastin, y siguió y siguió hasta llegar a su cueva y poder esconderse.´
Mientras tanto, atraído por los ladridos de su perro; el dueño de las zanahorias, acariciaba a su perro y decía:” Ja, Ja, Ja!!! Ahora si, voy a poder comerme mi ensaladita de zanahorias!”
Y colorín colorado, este cuento a terminado.-